Natalia Borisova. Fenomenología de la suerte femenina. 2017
LAS ESTUDIANTES DEL INSTITUTO DE IDIOMAS EXTRANJEROS. 2017
Mis agradecimientos:
A la edición web viva-raphael.com (Вива Рафаэль!), a su directora, Natalia Arutyunova, por el proyecto "Lecturas dominicales con Natalia Borisova", gracias al cual surgieron muchos capítulos.
Parte I. Capítulo 7. Epopeya en el kolkhoz
Otro día comenzamos a hablar sobre su amor a la lengua española, absorbida por las canciones de Raphael. "Acudí dieciséis veces a la proyección de la película "Digan lo que digan" protagonizada por Raphael" - dijo Katya. "Simplemente para escuchar las maravillosas canciones españolas".
Parte I. Capítulo 8. Las ventajas de la residencia estudiantil
Para "los suyos" Esperanza se convirtió en la "elemental Nadya", fiel admiradora del arte del cantante español Raphael. En el día del cumpleaños de su ídolo, ella compraba una rosa roja y organizaba en su habitación toda una fiesta: comían piña, pastel en forma de hormiguero (especialidad de Nadya) y otras golosinas; y a cambio de "la fiesta del los manjares" pasaban el día entero escuchando no sólo canciones famosas, sino también desconocidas y "deprimentes" temas del cantante español, porque en su colección de música habían muchos más temas tristes. Un carácter muy peculiar de Esperanza yo caracterizaba con los versos de las canciones de Raphael: "Digan lo que digan" y "Sea lo que sea".
Parte I. Capítulo 14. Los cubanos
A la espera de los cubanos, las muchachas alborotaban alegremente las habitaciones, preparaban comidas y correteaban por los pasillos de aquí para allá. Detrás de la ventana caía ruidosamente la lluvia: cálida, como debe ser en primavera, confortable y triste, igual que en la canción de Raphael "Amor mío": "La lluvia del adiós moja tu cara".
Parte I. Capítulo 15. Adiós amor mío
Esperanza aprueba todos los exámenes antes de lo previsto y viaja a Leningrado para asistir al concierto de su ídolo, el cantante español Raphael. Sigue con interés las giras de la estrella, ya que dispone de la información sobre todos los movimientos de su ídolo a través de las fans con las que está en constante comunicación...
... En su ausencia y de repente caen de la pared los carteles de Raphael, un póster con la imagen de Moscú nocturno y el globo rojo transparente. "¿Son buenos o malos augurios?" – me pregunto. Para atraer las buenas energías, escucho la canción "Le llaman Jesús" de Raphael. Espero a Nadya con mucha ilusión, tuve un sueño sobre ella.
Parte 1. Capítulo 16. Encuentros con Raphael (La cuenta de Esperanza)
Aunque mi deseo de ver y escuchar a Raphael era inmenso, ya no pensaba que iba a morirme en sus conciertos, como había pensado que pasaría. Sólo tuve que verle - y ya, pues no en vano viví tantos años enloquecida por él. Y estaba muy tranquila, no hubo ninguna tormenta en el alma. Tenía muy poco dinero, precisamente para comprar los pasajes de ida y vuelta, porque en el mes de mayo ya no teníamos los beneficios que como estudiantes teníamos a la hora de comprar los billetes de avión. Pedí prestado a todo el mundo, a mis amigos y compañeros de todos los cursos y de todos los departamentos, pero pude reunir muy poco y tenía que comprar las entradas para los conciertos y había que comer algo. También quería ver Moscú. Moscú para mí era algo sagrado.
Por la mañana tuve examen de materialismo histórico, y ya desde la madrugada estaba de los nervios, saltaba en la habitación y rezaba: "¡Qué no sea un 3!"; pero bueno, (me decía a mi misma) no pensemos en esto y ojalá apruebe el examen, sea cual sea la nota (En el sistema ruso, las notas funcionan de la siguiente manera: 5 excelente. 4 bien. 3 satisfactorio, pero el estudiante no recibe la beca hasta el próximo curso. 2 no satisfactorio y hay que repetir el examen una vez más) – A.K). Y a las seis y media de la tarde ya estaba en Leningrado. Gracias a ti que me habías dado la dirección de tu hermana, tenía un lugar donde pasar la noche. Yo no entendía nada porque estaba completamente agotada: sobreviví al viaje de 8 horas de vuelo, una ciudad completamente desconocida para mí, los próximos conciertos, ajetreos... Todo se juntó y cayó a la vez sobre mi pobre cabeza.
Primero, tomé el metro y me dirigí a Nevsky Prospekt. Personalmente, me gustan mucho las primeras horas en una ciudad desconocida, cuando todavía no hay nada en ese espacio que conozcas y no se sabe lo que vas a encontrarte en tu camino en el siguiente momento. Yo esperaba que todo fuera distinto. Y además tenía algunos celos de Liningrado, ya que siempre había comparado Moscú con Leningrado y a cada paso me decía a mi misma: En Moscú esto es mejor y el metro también es mejor, todo es mejor.
Cuando Raphael llegó por primera vez con su gira a nuestro país, yo me ilusionaba simplemente por respirar nuestro aire soviético que él respiraba, pero ahora, en Leningrado, no pude preocuparme mucho de Raphael. Viví como una desconexión completa de la realidad, mis sentimientos se quedaron paralizados.
Han pasado los años y yo seguía imaginando que estaré sentada en el recinto, conteniendo la emoción, se abrirá el telón y al escenario saldrá ÉL, mi TODO. En ese preciso instante desconectaré del mundo, me perderé en él, todo se derrumbará dentro de mi alma y yo, ya no seré yo, y en general – ah-ah-ah!. Pero todo ocurrió de otra manera. Conseguí ver a Raphael cinco veces antes del concierto.
Tuve la inmensa suerte de conocer a Galina (en 2011-2014 Galya Sokolova fue la intérprete oficial de Raphael en sus giras en Rusia – A.K.). Si no hubiera sido por ella, no hubiera tenido información de los próximos conciertos. No tenía todavía mis entradas pero Galina me contó cómo pude conseguirlas, suscribiéndome para entradas reservadas o las que quedan disponibles justo antes de que empiece el concierto. Me comentó que Raphael iba a estar sobre las doce en los estudios de televisión y que irían a saludarle al hotel donde se alojaba. Yo, por supuesto, también quise ir con ellas.
Cuando llegué al hotel, allí estaban las muchachas, a algunas de ellas las identifiqué gracias a fotografías, donde se colocaban al lado de Raphael. La multitud no se cambia y no se dispersa, aunque han pasado ya tantos años desde el inicio de la locura total por Raphael. Las chicas se pasean, miden distancias, arreglan las cámaras (incluso hubo cámaras de vídeo), y al acercarse el mediodía comienzan a hacer filas y formar un pasillo, por el cual Raphael se va a dirigir hacia su coche. Así es siempre, nadie se echa sobre él, solamente "las ajenas". Hay que ofrecer a todas la posibilidad de verle, tomar fotos, y luego, ya, al lado del coche, preguntarle sobre cualquier cosa, si tienes la suerte de conseguirlo. Las chicas están tranquilas, ya que han visto a Raphael muchas veces. Yo soy la única entre ellas que lo veía por primera vez.
Yo también me puse en la fila, podía ver muy bien la puerta de entrada del hotel (a tres metros), nadie me tapaba la visión, y todo estaba en calma. Pronto saldría. En las fotos de las últimas giras él se veía un poco gordito y envejecido, muy diferente al personaje de su película. Y ahora, después de tres años y medio, yo esperaba verle quizá distante, más adulto, ajeno. Pero yo le aceptaría fuera como fuera.
Él salió inesperadamente y yo simplemente flipé de admiración. ¡Es "maravillosito", tal "cariñito", tal "tesorito"! Es delgadito, en pantalón vaquero (a mí apetecía decir todas las palabras con sufijos diminutivos), tiene el cabello esponjoso, color castaño y su rostro no muestra casi ninguna diferencia del protagonista de la película "Digan lo que digan". Se subió al coche verde modelo "volga" y se fue. Galina y sus dos amigas tomaron un taxi y me invitaron a ir con ellas. Detrás de él se fue otro taxi, y el resto de las chicas se quedaron esperándole frente al hotel, porque no todas entendieron que había que tomar un taxi y no todas sabían donde se encontraban los estudios de TV. Nosotras no conseguimos llegar más temprano que Raphael y lo esperamos al la entrada al edificio una hora o una hora y media.
Esa persecución, el deseo de captarle, de no perder ni un paso, ni una mirada, ni un gesto, me fueron ajenos. No sé si era por el cansancio, pero en aquellos momentos ya no me enteraba de nada.
Cuando Raphael salió le rodearon muchachas, una de ellas le extendió un bloc de notas para un autógrafo. Yo estaba cerca, a un paso de él. Pero no podía escuchar lo que le preguntaban ni lo que él contestaba. Todos hablaban en voz baja y, además, después de los exámenes, me olvidé de todas las palabras españolas. Luego intuí que ese era el momento adecuado para pedirle un autógrafo, y le extendí mi cuaderno de notas y un bolígrafo. Y en este momento Galina se dirigió a Raphael en español, empujándome hacia adelante, y dice: Aquí, esta chica que ha llegado de Irkutsk, muy lejos, a cinco mil kilómetros, y ahora lo ve a usted por primera vez, también conoce el idioma español, etc. Raphael levantó su mirada a mí, extendió la mano, y me preguntó algo. Yo no escuché nada menos la palabra "frontera". Él me preguntó, si la ciudad donde vivo estaba cerca de la frontera con Mongolia. Fue un placer escuchar esa pregunta. Nuestra gente rusa, que vive en países occidentales, no tiene ni idea donde se encuentra Irkutsk, y él lo sabía. Raphael me escribió: "Con todo mi cariño, Raphael 78". Tantas chicas aman a Raphael, tantas acuden a todos sus conciertos, tantas aguantan las colas para comprar entradas, y no pueden acercarse a él, porque no pertenecen a ese "círculo íntimo". Y yo, el primer día conseguí un autógrafo y me lo habían presentado. Después de todo esto, morir ya no me daba miedo, ¿verdad?
De nuevo subimos a un taxi y fuimos a todo correr detrás de su "volga" verde. No sé cómo, pero conseguimos llegar al hotel más rápido que él, y de nuevo formamos el corredor y acompañamos a Raphael hasta la puerta. Yo todo el tiempo estuve al lado de Galina.
Cerca del hotel hay un pequeño parque, donde continuamente están sentadas las chicas. Dos horas antes del concierto los bancos del parque ya están ocupados, y cuando se acerca la hora, todas comienzan a acercarse al hotel. Casi todas llevan algunos símbolos raphaelistas. Es un bolso de mano con su retrato, o una camiseta de España, o su foto en el llavero, o simplemente la letra "R". En el metro compré una entrada para el concierto, con mucho recargo, pero no me importaba. Lo principal era estar allí. El día pasó rápidamente, aproveché para ir de compras y de nuevo volví al parque. Me presentaban a todas y a cada una como la chica de Irkutsk, que llegó desde una distancia de cinco mil kilómetros y que veía a Raphael por primera vez. Esto las dejó estupefactas. Sin embargo, yo no era la única que había llegado desde lejos. Hubo chicas que venían de Kiev, de Bakú, de Tashkent. Se decía incluso, que dos chicas habían llegado de Kamchatka y de Colombia. Casi todas querían seguir a Raphael en otras ciudades, donde tenía conciertos. Y ese hecho no sorprendía, ni nadie se escandalizaba por ello.
Por la tarde recibimos a Raphael. Lo vimos sentarse en el coche, tomamos un taxi y de nuevo, antes que todos los demás, estábamos cerca de sala de conciertos. El taxista dijo palabrotas porque había tenido que infringir el código de circulación. Al mediodía también lo habíamos hecho y no nos pasó nada, pero al segundo taxi que iba detrás del nuestro lo detuvo la policía. Frente a la entrada artística a la sala de conciertos se agolpó una gran multitud. El "Volga" había llegado directamente hasta las puertas, porque si no, cada metro de distancia, le hubiera costado a Raphael mucho trabajo. Aquí la multitud era salvaje, cada uno quiere obtener un autógrafo, tocar a Raphael a toda costa. La policía trató de poner un poco de orden.
Había llegado el primer (para mí) concierto de Raphael. ¡Hurra! Ocupé mi silla legítima en la fila 27 del patio de butacas y me preparé. Bueno, Raphael, ¿a ver cómo eres en realidad? Aquí estoy, por fin, en tu concierto.
Si yo hubiera visto solamente un concierto, no habría podido decir nada, ni bueno ni malo. No me habría quedado ni la alegría ni recuerdos, sólo una anotación en mi historia: se ha cumplido el sueño de mi vida, ver a Raphael. Le vi de cerquita, viví un concierto, tenía su autógrafo – en total, puedo estar contenta. Y para el alma, nada, porque el primer concierto pasó para mí en vano.No me gustó todo: su manera de cantar... y la voz era diferente. Lo que habíamos visto en las películas era una percepción infantil, hoy era todo diferente y aquel "diferente" me irritaba. Raphael cantó muchas canciones antiguas: las de sus películas y canciones conocidas por los discos o grabaciones.
Yo estaba acostumbrada a las canciones de los discos, ya que es la mejor versión de las canciones. Y él cantaba estas canciones mil veces conocidas de manera diferente y como que me parecía que las estropeaba.
En el intermedio, las chicas hablaron con Oleg, el traductor de Raphael, que trabajó con él en sus últimas giras. Y él, que es una persona adulta, lloró en el concierto y decía que Raphael cada año se crece como un maestro y su arte se hace más perfecto. Y yo le escuchaba y me parecía que no lo decía sinceramente.
En este momento Galina charlaba con las raphaelistas españolas que llegaron desde Madrid y Barcelona. Ellas no hablaban ruso, sabían las dos palabras "podruga (amiga)" y "spasiva (gracias)". Gala me presentó a sus interlocutoras, les sorprendieron "mis kilómetros" y me pidió compartir impresiones. Yo sabía que esperaban un éxtasis o exclamaciones de mi parte, pero no tuve nada de esto y no pude expresar ni una sola palabra; y no podía mentir. Ahora puedo decir que no se debe escuchar a Raphael solamente una vez. Hay que acostumbrarse a él, entrar en su ritmo y entonces, cuanto más vas a verle y a escucharle, mayor será el deseo de acudir a sus conciertos una y otra vez, y así hasta el infinito. Y los conciertos ya no serán suficientes, buscarás cualquier oportunidad para verle, de captar, no perder ningún detalle relacionado con él. Pero esta comprensión me llegó más tarde. Mientras tanto le seguía en taxi como una autómata, porque le seguían el resto de chicas.
El 20 de mayo acudí a dos conciertos. No sé como lo hacen los demás, pero Raphael no debería dar más de un concierto al día. Muy a menudo los solistas intercalan entre sus canciones a un animador o malabaristas y acróbatas, sea quien sea, para alargar el concierto. En mi primer concierto Raphael cantó 32 canciones, y en el último, 36 temas. Permanecía en el escenario a lo largo del concierto entero. No hubo presentadores, solo él. No hubo canciones de paso donde uno puede descansarengañando al espectador. Todas, todas las canciones requerían una gran tensión de las fuerzas espirituales.
En sus canciones no solo interviene su voz. Tiene todos los movimientos afinados a la perfección, es todo un placer escucharle y verle. En muchas canciones Raphael baila, ¡y cómo baila! No todos los bailarines profesionales saben bailar como él. ¡Nada de eso! Oh, ¡si tú ya lo habías visto, aunque solo fuera una vez! No, una vez es poco, hay que verlo por lo menos 4 o 5 veces. ¿Cómo puedo explicarte cómo baila, qué mímica y gestos tiene? Imposible explicarlo.
Yo no me moría en los conciertos, no me daba cuenta de lo que veía y que oía al gran Raphael; yo veía en el escenario una persona más cercana, alguien de mi propia sangre. Y el resto de chicas le percibían así, estoy segura.
Por eso parece algo complicado: es la estrella de la música con renombre mundial y a la vez es una persona simple y accesible. ¿Cómo lo consigue? - me pregunto. Y ¿cómo hace para no cansarse de ese papel? Nunca lo han visto enfadado, descontento, sino constantemente sonriendo, incluso cuando las circunstancias exigían otra cosa. Él siempre atendía a la gente, si podía. Si se le lanzaban un montón de fans y él no podía estar la mitad del concierto dedicando firmas, tendía las manos y sonreíacomo si pidiera perdón al no poder atender a todos.
Yo no conozco a ningún artista a quien tan generosamente le regalen flores. En cada concierto el escenario entero estaba cubierto con ramos. En el intermedio, el personal del teatro movía las flores hacia un lado, y en el siguiente bloque las tablas de nuevo se cubrían de colores rosas y carmesí por las flores. Las flores se las entregaban después de cada canción, procurando repartirlas por el escenario. Son las mejores, frescas y hermosas flores: los claveles, tulipanes, las peonías y rosas, todos son de color escarlata vivo, y todo esto a sus pies.
Raphael pone toda la carne al asador en un concierto. Al principio y al final del espectáculo son personas distintas. Y es que dar dos conciertos al día es simplemente inhumano. Cuando hay doble sesión sus conciertos son mucho más débiles que aquellos que ofrece cuando es una sola sesión. Eso es casi inapreciable por los espectadores comunes, ya que hay la misma cantidad de bailes y canciones, pero se ve que él guarda sus fuerzas para el segundo concierto o, puede pasar que en el segundo concierto su cansacio es más notable.
Este año acompañó a Raphael una orquesta muy mala, la mitad de la cual eran muchachas, las violinistas, que aún no habían terminado sus estudios en el conservatorio. Se dice que fue el mismísimo Magomaev (famosísimo cantante soviético – A.K.) quien contrató esta orquesta para sí mismo. En los primeros conciertos la orquesta trastornaba el comienzo de varias canciones. Y el equipo era terrible, el micrófono a menudo silbó, eso fue como una cuchillada en el corazón. Y Raphael cantó en tales condiciones, Raphael, que necesita de todo lo mejor y de alta calidad para acentuar su talento.
A lo largo de los primeros días yo sacaba las entradas con relativa facilidad, incluso podía elegir: no miraba las de los balcones, buscaba solo entradas en el patio de butacas y de entre ellas las más cercanas al escenario, colocadas en el centro. Y si bien a menudo tenía entradas en filas traseras, normalmente me sentaba en primeras filas. Las primeras filas de la platea no se venden, están reservadas para diferentes "eminencias" con tarjetas de invitación que a menudo no se molestan acudiendo al teatro, por lo que es necesario captar el momento, buscar y ocupar esas sillas.
Asistí a tres conciertos, y todavía no salí de mi indiferencia. Creo que quizás esto se debe a que sin ninguna transición me encontré en Leningrado con Raphael, no tuve tiempo para volver en mí después de los exámenes, no he sabido ponerme lírica. Yo andaba por Leningrado y no lo vi. ¿O fue la culpa del tiempo? Todos los días de mi estancia en Moscú y Leningrado tuvimos altas temperaturas para mayo, hubo 23 o 28 sobre cero. Yo paseaba y literalmente me derretía. Y si llovía habría dicho que el cerebro se me había congelado y por esto no pude percibir nada. Es decir, el tiempo no es culpable.
Y después del tercer concierto empecé a temer que me iba a faltar dinero, porque volaba de manera simplemente catastrófica. El 21 de mayo estaban programadas dos funciones, pero - ¡imagínate! - aquel día pensé en no acudir a los conciertos. Yo no lo esperaba de mi parte. Pensé que iba a captar cada momento, no iba a comer, iba a gastar todo hasta la última kopeika (moneda soviética más pequeña – A.K.), pero viviré todo, hasta el más mínimo detalle para no quejarme después de que me había perdido algo... Pero aquí sobriamente pensé que a mí me iba a faltar el dinero (con lo que casi no comía); y decidí que era mejor disfrutar de los últimos conciertos que siempre son más interesantes.
Y aquel día, 21 de mayo, fui a Petrodvorets para ver la apertura de las fuentes. Llevé conmigo poco dinero, deliberadamente, para de vuelta no ir al concierto. Dicho y hecho. Petrodvorets me gustó muchísimo. Hubo mucha gente, toda una multitud y era casi imposible andar por los caminos con toda libertad. Y regresando a Leningrado, cuando sin duda alguna era tarde para ir al concierto diurno, pensé: ¿por qué hago esto? ¿Y si no hay oportunidad de ir a conciertos en el último día? ¿entonces qué voy a hacer? Vine a la residencia de estudiantes, tomé el dinero – y me fui al concierto. Pero el cambio del estado de ánimo me llegó al siguiente día.
Dormí más de lo habitual y salí a visitar los lugares de interés. ¡Hay que ver Leningrado! No me creo una fanática y no me quería parecer a Galya desde ciudad de Gomel, descrita por Anatoly Makarov en el artículo "Cómo vivir sin Raphael" (crítica mordaz de fans, admiradores de artistas extranjeros y arte romántico – A.K.) publicado en la revista "Ровесник (coetáneo)". Ese día planifiqué y llevé a cabo dos excursiones: a la catedral de San Isaac y a la Fortaleza de Pedro y Pablo. Y la entrada al concierto no me esperó aquel día. En la taquilla había dos entradas en el balcón, que yo las ignoré. El balcón es una pesadilla, no entiendo como la gente se sienta allí... ¿Que impresión sobre el concierto tendrán, si allí no se oye nada y no se ve nada, incluso con binoculares? Están bajo el techo, a un kilómetro del escenario.
El concierto se acerca, y no hay entradas. Dicen que en algún lugar hay una que se vende por 12 rublos y en otro lugar, por 15 rublos. ¡Vaya! Si tuviera el dinero ahora no habría ahorrado, pero no tengo dinero, Dios es testigo, no lo tengo. Me di cuenta que era inútil esperar o buscar entradas e intenté entrar sin entrada. ¡Y conseguí colarme en el recinto! Pasé el concierto entero con Galya en el foso orquestal. El foso se encuentra en el mismo nivel que la platea, pero muy cerca del escenario. Estaba sentada con el alma en vilo, tenía miedode que me vinieran a expulsar de la silla. Y este día - tal vez porque he sentado tan cerca y veía su rostro y todas sus expresiones - quedé aturdida, como si solamente ahora viera y escuchara a Raphael. A veces pasan cosas como esta. Me parecía que este concierto era mejor que los que había vivido antes.
Mi último día en Leningrado. Quería ver, aunque fuese de un vistazo rápido, el Hermitage. Pasé en el museo una hora y media. Ridículo, ¿no? Este tiempo no es suficiente ni para correr por las salas. Recordé la Sala de Malaquita, incluso me reí estando ahí. A la una y media estaba cerca del hotel con la cámara preparada. Las entradas no las tuve, por supuesto, ni para la función matinal, ni para la de la noche. Por dentro tomé la decisión de entrar en estos conciertos a cualquier precio.
Y ahí está la multitud de chicas, el tiempo corre y Raphael no sale. Aparece su intérprete Sasha y nos informa de que Raphael está enfermo y no dará el concierto. Estamos de pie, esperando. No tenemos claro si tenemos que ir al Palacio o debemos quedarnos aquí. Salen los músicos de Raphael. Él trajó consigo dos guitarristas, batería y pianista, que es el director de orquesta. Oigo un murmullo: "¿Quién sabe hablar español?". ¡Qué sorpresa! Yo estaba segura de que todas las chicas raphaelistas sabían hablar español. Pero entre toda la multitud había solo dos personas que saben el idioma, una chica y yo. Preguntamos a los músicos qué pasó con Raphael y si habría concierto o no. Se ríen, dicen que el concierto se celebrará y que Raphael se sintió mal, pero ahora todo está bien. En vez de a las 15.30 (según horario) el concierto comenzó a las cinco y pico, y el siguiente, a las 20.00. Conseguí ocupar una butaca en el centro de la fila uno. ¡Qué suerte! ¿Acaso es la última vez que me siento aquí, acaso no veré la última actuación? Ya estoy conforme con el balcón, o con lo que sea, solo por estar en la sala.
Se descorren las cortinas y los músicos de la orquesta no están. Todo para ellos está reparado - y no hay nadie. Solo los cuatro músicos de Raphael - . Y es que la orquesta cuenta con – válgame Dios - algo más de veinticinco personas.
Estos dos conciertos son simplemente indescriptibles. Todo eran nervios y emociones. En la primera canción el micrófono empezó a zumbar escalofriantemente, incluso resonó el eco, aquello era impensable. Raphael tuvo que detener la canción y pedir al operador que arreglase el aparato. El escenario estaba sucio. Raphael baila, y el polvo se levanta al aire. Algunos palos están en el suelo, es toda una pesadilla. Y es que él actúa estando enfermo, esto se nota; y sin orquesta. Pero los chicos se esforzaban muchísimo. Cuatro músicos dibujaban todas las melodías. Y Raphael cantó como nunca, pero yo pensé: ¿cuánto de él iba a resistir por la noche? Mirándole todos tuvimos los corazones apretados.
Raphael a menudo hace "recuadros líricos", que no están previstos en el programa. Algunas réplicas en el transcurso del concierto o improvisaciones. Por ejemplo, canta el tema "Me importas tú y tú y tú", y muestra a una u otra parte de la sala, a las chicas. Y canta "Me importas tú y tú y Usted y Usted" y de nuevo apunta a la sala, y luego mueve la mano hacia el operador: "Usted – no". La gente en el recinto se rió, todo estuvo claro ya sin conocimiento del idioma español.
Y después llegó la canción "A mi manera". Allí hay palabras: "Puedo seguir hasta en final a mi manera". Aquí intercaló: "voy a seguir hasta el final, como me gusta, sin orquesta, a mi manera".
El concierto terminó pasadas las ocho. Dos mil personas salen de la sala, y los otros dos mil están esperando en la calle. Una cantidad de gente enorme, es imposible pasar. Nada más que una parte de espectadores salía ya empezaron a dejar pasar a los de la siguiente función. Yempezé a mover.
Los acomodadores eran los marineros, vigilaban el orden dejando a la gente pasar poco a poco, para evitar multitudes. Me hicieron salir de una cola, pero me infiltré en la otra. ¡Conseguí entrar! ¡Oh, Dios mío! Las manos y las piernas me temblaban, no me atrevía ni a mover la cabeza, corrí al recinto. Allí reinaba un calor sofocante, apenas los espectadores tomaron sus sillas, apagaron la luz. Todos estaban nerviosos, se peleaban. A mí me echaban de todas las butacas. Tuve que quedarme de pie en el pasillo a lo largo del primer bloque. Pero en el segundo estuve sentada en la primera fila del foso de la orquesta y pude tocar el escenario.
Y este concierto fue realmente incomparable. Era el último y para mí, el último para siempre. Entonces la orquesta ocupó su lugar. Resultó que los de la orquesta se hospedaban en otro hotel, a mediodía les informaron de que Raphael enfermó, y ellos salieron a pasear por la ciudad hasta la noche. Luego decidieron celebrar el concierto, pero ya era imposible reunir a la orquesta.
En el programa, entre otras canciones, estaba incluida "Amor mío". Pero Raphael no la cantó y cuando le preguntaron ¿por qué?, respondió que "La orquesta la toca mal". Él trata esta canción con atención especial, no la puede cantar descuidadamente.
Normalmente, la penúltima canción del concierto es "El Gavilán", tema español popular. La tengo grabada en la cinta, pero al oírla en Leningrado me di cuenta de que la grabación es realmente sosa, como empezaron a parecer sosas todas las canciones cantadas fuera del concierto. En los discos son muy correctas y en los conciertos son vivas, apasionadas. Las chicas dicen que Raphael llevó "El Gavilán" aquí por tercera vez y que cada vez suena diferente. ¡Qué milagro hizo de ella! En el final de la canción durante mucho tiempo está girando con el poncho por el escenario, tan esbelto, hermoso... uno tiene que verle. Y después de "El Gavilán", antes de la última canción, Raphael normalmente presenta al público la orquesta, sus músicos y a sí mismo. Lo hace en ruso, en una forma de broma, teniendo en las manos una hoja grande con el texto, y la sala se ríe, se relaja. En el último concierto "El Gavilán" se acaba, Raphael se va del escenario en unos segundos y... de repente comienza la introducción a "Amor mío". Por las primeras filas, donde se sentaban las muchachas, pasó la ola del entusiasmo suave y todo quedó en calma.
Quise llorar durante esta canción. Raphael puso en ella el alma entera, él mismo vivía esta canción y nosotros, los espectadores, la vivimos junto a él. Y todo esto después del día de tanto ajetreo. Su emoción no era inventada o artificial, porque lo falso se hubiera visto. En las palabras "mi voz también se ahoga..." parecía que la voz de Raphael ahora se rompiera, al ser tan grande su agitación. Él terminó el tema y se fue detrás del escenario. Sin pacto previo, se levantaron las primeras filas de chicas, después de nosotros se levantó la sala entera y todos, ya de pie, gritábamos ¡Bravo!
Por fin, Raphael regresó. Él se mantuvo de espaldas a la sala y sus hombros temblaban. Él lloró. Luego pidió a su intérprete salir al escenario, se acercó al micrófono y empezó a hablar. De todo su discurso puedo recordar muy poco. Él pidió disculpas al público porque a veces no puede controlar su emoción, dijo que esa entrega no se produce muy a menudo, solo en España, en la Unión Soviética y en México. Estos países quieren a Raphael más que los demás. Después de esa canción, después de todo esto, por supuesto, no se podía tratar ese paréntesis en broma, de la representación de la orquesta. De inmediato comenzó la última canción.
El concierto terminó a medianoche. Mi tren salía a la una y media. Taisia tuvo que esperarme en la estación y yo, teniendo en mi disposición una hora y media, no podía no intentar ver a Raphael una vez más. Como un relámpago salí del Palacio, a toda la velocidad corrí por la calle y por el metro. Llegué a tiempo, él aún no había llegado. La multitud frente al hotel era más grande de lo normal, ya han formado un pasillo hacía la puerta. De nuevo turistas o visitantes del restaurante salen del hotel, necesariamente echando unas replicas hacia nosotras. Los varones, como se conspiraron, están haciendo pretenciosas poses frente a las cámaras.
Raphael llega. Anda por el pasillo, y yo no puedo contenerme y le toco. Y de inmediato me avergoncé por mi truco, ya que durante un instante me llenó la sensación de comportarme igual que aquella multitud salvaje; pero ese gesto me salió instintivo, sin querer. Una dama, colocada al lado de las puertas quiso besar a Raphael, costase lo que costase, y cuando la despegaron, casi se echó a llorar. Y eso es todo. Raphael entró en el hotel, y yo tenía que volar a la estación de tren. ¡Cómo envidiaba a las chicas que salían a su próximo concierto en Bakú! En el último día no quedó ni huella de mi anterior estado congelado. Mucho tiempo perdí para empezar a entender algo. Pero me da mucha alegría porque pude ver a Raphael tal como es.
Parte II. Capítulo 6. El círculo vicioso de la mala suerte
Tuve varios encuentros con Esperanza. Ella prácticamente no ha cambiado ni exteriormente, ni internamente. Todavía está entusiasmada con su querido cantante Raphael
Parte II. Capítulo 14. Esbozos españoles
Raphael seguía estando presente en su vida. Ella, no cambió la costumbre de organizar pequeñas fiestas para celebrar el cumpleaños de su ídolo. Nadya elegía alguna de sus canciones y sus compañeros intentaban cantar en español, un idioma que les era desconocido. Y después les ofrecía algo para comer. A veces hasta le llevaban algún regalo. Incluso la directora financiera de smmu empresa compuso un poema, que decía "Aunque Raphael es el cantante extranjero, no le sentimos como extraño. Y sin que pida un salario, ya es como nuestro compañero funcionario".
Hace poco Nadezhda estuvo en San Petersburgo en el concierto de su ídolo. Se hospedó en la casa de Zhenya Klykova. Todo era perfecto, el concierto, el propio Raphael y que su compañera de curso la recibiera tan hospitalariamente.
- Bueno, cuéntame tu vida, - dijo Zhenya, mientras andaba, como siempre, con los quehaceres domésticos en la cocina.
- La vida normal, la cotidiana, no es muy interesante - dijo Nadya. – Es como la de todos: de casa al trabajo y a las tiendas, dos veces por semana a "Tonus", clases de salsa. Amigas no tengo muchas, y las que tengo tienen su propia vida, no nos reunimos con frecuencia. Mi Sergio (marido de Nadya – A.K.) está en Cheliabinsk. Cuando viene los fines de semana la casa entera se agita con un montón de desvelos y preocupaciones. Si no viene, tengo más tiempo libre pero muchas veces no sé en qué ocuparlo.
- ¿Sigues siendo fan de Raphael? – Zhenya lucía con alegría, mientras echaba atentas miradas a Esperanza entusiasmada después del concierto. – Y ¿qué es ese fenómeno Raphael, que hace que la gente se vuelva loca por él?
- Yo no soy fan y nunca lo fui, - replicó Nadya. - En general, en la vida, soy un poco indiferente, no me gusta pertenecer a ningún grupo. Y en los viajes prefiero estar sola y no con un montón de personas desconocidas. En los círculos "raphaelistas" muchos me conocen, pero no ardo en deseo de relacionarme con ellos. En las capitales hay varios "grupos", y unos no se llevan bien con otros, así que es mejor no relacionarme ni con unos, ni con otros. Me conviene mantener la imparcialicad. De vez en cuando vengo a los conciertos y luego regreso a mi casa donde yo soy dueña de mí misma y no debo nada a nadie.
En nuestro país viven muchos fans de Raphael repartidos por las ciudades y, hasta donde yo sé, hay dos foros raphaelistas. Cuando me registraba en ellos pude entrar en un mar de información. Lo leía y descargaba muchas cosas. Incluso intenté escribir comentarios. Ahora entro en los foros solo de vez en cuando. Las admiradoras son muy lindas en el foro, pero en realidad muchas de esas personas tienen ojeriza hacia "las ajenas": "Hacemos aquí mucho, y vosotras venís cuando todo está preparado".
- Nadya, haces bien en no comunicarte en los foros. Probablemente la mayoría de fans allí tiene una mentalidad muy inestable. ¡Es simplemente ridículo! ¿Cómo se pueden tener celos entre ellas por Raphael, si él es como una estrella en el cielo, ¡es para todos!
Zhenya puso los cubiertos sobre la mesa redonda, moviéndose con ligereza por la amplia cocina. – Creo que Raphael es algo espiritual, sus canciones despiertan en las personas los mejores sentimientos, por eso se sienten atraídas por él. Son muchos los que están atraídos, pero cómo se puede empujar a alguna persona de esta multitud diciendo: ¡"No le toques, él es sólo mío!
- Yo también me reía, si yo no hubiera sabido toda esta "fraternidad raphaelista". Han pasado ya muchos años y parece que para todas ya es hora de tranquilizarse y no emocionarse más de lo debido. En el foro hay "activistas", que siempre escriben algunos mensajes y también hay gente que, como yo, solo las leen a veces. Raphael conoce a muchas rusas de vista y recuerda sus nombres, algunas de ellas incluso le visitaron en su casa.
En general, una solo puede dar las gracias a esas "activistas" por la información y por haber organizado los encuentros con Raphael en Moscú y San Petersburgo. Están en contacto con diferentes organizaciones, con las taquillas, etc. Las mejores butacas en los conciertos, sólo se pueden comprar a través de ellas. Es casi imposible ver en las primeras filas a personas desconocidas, a los espectadores "comunes".
Pero... ¿quién sabía cuántas intrigas y riñas surgen entre estas "activistas". Hay muchas personas "cercanas" a Raphael, algunas más que otras y cada una tiene su derecho a comunicarse con él. Un día fui testigo de una escena desagradable en el hotel cuando una "activista" le pidió a Raphael y Natalia, su mujer, permiso para fotografiarse juntos, y otra admiradora - que no tenía derecho "según la jerarquía" a fotografiarse con Raphael, - empezó a moverse a su lado. La "activista" la echó fuera, eso fue muy feo. Parece que Dios la castigó, unos segundos más tarde: ella andaba de espaldas, mirando a Raphael y no vio los escalones y cayó al suelo, a la vista de todos.
Recuerdo otra vez que Raphael salía del hotel y una de sus admiradoras andaba alrededor de él y lo besaba, literalmente, a cada paso. A los "ajenos" nos era prácticamente imposible acercarnos a él, pero yo aproveché un momento y le pedí permiso a Raphael para besarle, y él me puso su mejilla derecha y le di un ligero beso, pero, fíjate, que ¡fue con su permiso!
- Es increíble, como se metió en tu alma, - dijo Zhenya ya sentada a la mesa. – Probablemente eres la única entre nosotros capaz de mostrar esta insólita constancia: ser fiel a Raphael a lo largo de toda la vida. Yo, si siento que algún cantante es importante para mí puedo disfrutarlo sentada en el sofá frente a la televisión. ¿Qué saco con correr tras él entre una multitud de admiradoras? Él nunca va a estar conmigo. Entonces, ¿para qué meterme en todo esto? Bueno, ver un concierto en vivo y también tocar alguna vez a este gran milagro es genial. Pero yo prefiero pasar mi vida haciendo otras cosas. No soy fanática, ¡no lo soy!
- Es que Raphael significa mucho en mi vida - dijo Nadya después de una breve meditación. - Si no hubiera sido por él, toda mi vida hubiera sido de otra manera. No existiría mi pasión por la lengua española, no existiría Irkutsk, ni el instituto, ni Cuba, ni Sergio, ni Boguchany (el pueblo donde vivía Sergio, el amante de Nadya – A.K.), ni mi hijo, tal como es, habría sido otra persona. No os tendría a ninguna de vosotras, mis compañeras, ni mi actual trabajo. Todo sería diferente. Dudo que yo hubiera sido más feliz.
En su siguiente llegada Nadya sacó dos entradas y juntas acudieron al concierto de Raphael. Acompañaba al cantante un guitarrista maravilloso. Todo parecía como si él no existiera – toda la atención de los espectadores se centró en la guitarra en sus manos. Raphael estaba de medio perfil a la sala, se dirigía a la guitarra, y hablaba con ella, como si fuera su interlocutora. La guitarra escuchaba a Raphael y le respondía. Las emociones que transmitía esa apasionada conversación hechizaban. En el rostro de Zhenya se instaló una expresión sumamente emocionada. Ella sentía el poder y el encanto del cantante en su totalidad.
- Sólo después de haberle visto en directo se puede entender la gran diferencia que hay entre una canción en vivo y una grabación, - dijo. – El sonido y la voz no son iguales, no se escuchan las reacciones de la sala, es una copia incompleta de lo que uno ve en un concierto en directo.
Después del concierto (en realidad, el día anterior al concierto, el 9/04/2014 – A.K.) durante dos horas se celebró la presentación del libro de Raphael "¿Y mañana qué?", donde Zhenya de repente se convirtió en la protagonista de la mejor foto hecha por los fans: ella recibiendo de las manos del famoso cantante el libro con la dedicatoria.
Su viaje a España en septiembre Nadya lo planificó aún durante la primavera. Organizando la ruta y reservando habitaciones en hoteles, pensaba que sería una buena idea poder acudir a un concierto de Raphael, pero para entonces aún no tenía conocimiento de la agenda de su gira. A finales del junio buscó información en la página web, y vio que anunciaban un concierto en Alcalá de Henares, que está muy cerca de Madrid, a media hora desde el aeropuerto.
Nadya, por supuesto, hizo algunas averiguaciones y pidió a un "compañero" español que le comprara la entrada. Ella estaba segura de que las primeras filas de la sala estarían ocupadas por las mujeres rusas y apresuró al español con la compra de la entrada. No quería sentarse lejos del escenario. Pero cuando estuvo allí, por mucho que buscó, Nadya no vio ni un alma rusa. Parece que ella era la única rusa (la redacción de viva-raphael estuvo en aquel concierto en primera fila – A.K.)
El cariño del público ya se sintió aún antes del concierto. Los muchachos cantaban en las calles "Que pasará, que misterio habrá", los adolescentes tomaban fotos con el escenario de fondo y con gusto imitaban una de sus canciones. Había ya un montón de gente y llegaban y llegaban muchos más.
El aspecto físico Raphael era maravilloso, como siempre. Lo recibieron muy bien. En las primeras filas, el público se ponía en pie después de cada canción y le gritaban palabras de admiración. En algunas canciones se oían comentarios como si los espectadores respondieran a Raphael, a los versos de sus canciones. La chica que estaba a su lado saltaba después de cada canción y gritaba mucho. Nadya también se levantaba, pero sin vociferar, no tenía la voz para eso. Reinó un ambiente maravilloso. En Rusia, por supuesto, también pasa lo mismo, no obstante hay algunas diferencias.
Nadya se sorprendió gratamente de que no le vedaban tomar fotos, aunque en el dorso de la entrada se indicaba que estaba prohibido. Por lo tanto, primero "disparó" a escondidas, hizo algunas tomas, no quería que le quitaran la cámara. Después, ya notó que la gente tomaba fotos a sus anchas, sin esconderse. Si alguien se pasaba más allá de lo debido, o cuando en el pasillo se acumulaba la multitud, se acercaban los guardias de seguridad y tocando suavemente por el hombro amablemente convencían a alejarse.
Pudo grabar muchas cosas con su cámara, aunque algunas fotos no eran de todo buenas y los vídeos estaban fragmentados, pero estaba contenta porque se llevaba con ella mucho para recordar. En general lo que uno graba con sus propias manos se valora mucho más. Y como no, se sentía feliz por haber tenido la ocasión de haber estado en un concierto de Raphael precisamente en España.
Traducción: Alicia Kuchán
Corrección: Montserrat Muniente y Estrella Fernández Jiménez
03.10.2017